Año 2007. Segundo semestre de clases. El Taller de investigación que formamos con Eduardo Florencia y Rodrigo Becerra comienza a diluirse. Las semanas de ensayo para el encuentro de jóvenes compositores son ásperas e innecesarias. Las circunstancias comienzan a moverse en contra pero con naturalidad. De manera simultánea y sin nada claro en el horizonte, formo un curso de “creatividad musical” con los alumnos del Conservatorio. Trabajamos siempre en el Auditorio, con escenario y butacas. Es el mismo tipo de taller de improvisación libre que tenemos con Eduardo y Rodrigo, pero la integración del curso en el pensum hace que el trabajo se más constante. Primer e inmediato descubrimiento: la calidad de la experiencia no depende de la habilidad técnica. En un trabajo como éste, la búsqueda de sencillez y sinceridad puede poner en crisis tanto al experto como al aprendiz. El momento de encuentro con la música (cuando uno descubre qué es lo que la música quiere) se percibe desde el público de forma cierta e incuestionable, como un fenómeno de la naturaleza. Al músico se le muestra como conocimiento directo, es decir, como revelación. Puede ser una sola nota, en el momento justo, con la intensidad y el ataque justos, con su tiempo y espacio precisos. Y el resto del concierto, parece ser búsqueda y pérdida de ese sonido. El encuentro con ese sonido entrañable es el objetivo del Taller de investigación con los alumnos del Conservatorio Franz Liszt.
CONCIERTO 1 DE INVESTIGACIÓN
Conservatorio Franz Liszt, 27 de junio de 2007.
Los tres grupos del Curso de Creatividad Musical (que en realidad es un Taller de investigación) se juntan y hacemos un concierto por la mañana. Hay poco público, pero resulta ser el justo. Durante más de una hora, ocurre de todo. Nervios, risas, aburrimiento, tanto en los músicos como en los espectadores. En un momento, cerca del final, las personas finalmente se sueltan y comienzan a participar. Dicen nombres de emociones para que los músicos improvisen sobre la marcha. Es un juego y asegura el éxito del concierto. El resto del tiempo, es trabajar en el vacío.
Los tres grupos del Curso de Creatividad Musical (que en realidad es un Taller de investigación) se juntan y hacemos un concierto por la mañana. Hay poco público, pero resulta ser el justo. Durante más de una hora, ocurre de todo. Nervios, risas, aburrimiento, tanto en los músicos como en los espectadores. En un momento, cerca del final, las personas finalmente se sueltan y comienzan a participar. Dicen nombres de emociones para que los músicos improvisen sobre la marcha. Es un juego y asegura el éxito del concierto. El resto del tiempo, es trabajar en el vacío.
CONCIERTO 1
Extracto I
Extracto I
Tadeo Gangotena, improvisación piano solo.
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CONCIERTO 1
Extracto II
Improvisación grupal, con la que finaliza el concierto.
Al irnos del Auditorio se tiene la impresión de haber pasado por una experiencia significativa. Uno puede ver toda una vida desde el nacimiento a la muerte en una película, o puede leerla en una novela. Así salimos del concierto. En 70 minutos fue como atravesar muchas mañanas y tardes y noches, con sus estados y dudas y encuentros. Antes de separarnos, el afecto se desmostró comiendo pizza.